EN TORNO AL SILENCIO
I Salazar. (Fragmento)
A cada instante los sonidos nos envuelven, es casi imposible vivir sin ruidos; extraños algunos, otros familiares, aunque finalmente envueltos en remolinos sonoros sin control, los cuales no cesan durante el día, únicamente se van deteniendo hasta que empezamos a dormir. Hay una extraña atracción por el sonido, esto se debe en parte a que cada pensamiento que transita por nuestra mente termina con el silencio, y ahí empieza el ruido mental. Los sonidos de la mente son los pensamientos, los cuales caen como gotas de lluvia en un estanque sereno, instantes en que podemos ir callando al mundo circundante. Estas gotas-pensamientos crean pequeñas ondas, y así se inicia una larga y compleja serie de rupturas del silencio primordial, hasta llegar al torbellino del ruido exterior.
Saber que existe el silencio es un alivio, y habitar por momentos en su dimensión es un gran gozo. La quietud de este reposo nos permite percibir en nuestro interior el sonido del cosmos, apenas bosquejado en esos breves instantes cuando callamos, ahí inicia el tobogán hacia el interior, la ruta que lleva a la serenidad...
...Ahora necesitamos callar el ensordecedor ruido que nos invade en cada espacio de nuestro entorno, sólo necesitamos unos minutos donde no hablemos, no escuchemos música ni circulen por nuestra mente pensamientos; unos minutos, dos o tres, son suficientes para entrar en un maravilloso mundo que nos es propio desde el vientre materno, donde podemos tener acceso a la infinita dimensión de la serenidad, para esto únicamente necesitamos llamar al SILENCIO...el sencillo SILENCIO.
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